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Una adicción al progreso mantiene a Janja Garnbret en la cima del mundo de la escalada

La escaladora deportiva eslovena Janja Garnbret ha ganado todo lo que se puede ganar en una carrera brillante, pero está lejos de haber terminado. Su búsqueda de progreso personal la impulsa a alcanzar alturas cada vez mayores.

Janja Garnbret lo ha ganado todo en el mundo de la escalada deportiva y, sin embargo, sigue compitiendo en busca de nuevas glorias. Medallista de oro olímpica en Tokio, la eslovena revalidó su título en París el verano pasado y, tras una década en la cima de su deporte, está más motivada que nunca para mantenerse allí.

Con una colección de medallas que incluye ocho oros en campeonatos mundiales, a sus 25 años podría permitirse descansar sobre sus logros. Sin embargo, Garnbret no solo tiene talento para la escalada, sino también para reinventarse y encontrar nuevos desafíos y direcciones a seguir.

Sobre el secreto de su motivación para mantenerse en la cumbre, explica: “Para mí, siempre se ha tratado del progreso. Es adictivo, porque a veces en los entrenamientos una presa se siente muy difícil, pero dos meses después esa misma presa se siente mucho mejor. Es ese progreso lo que es adictivo, porque ves que el entrenamiento funciona y te haces cada vez más fuerte. Estoy enganchada al progreso”.

La dedicación incansable de Garnbret en los entrenamientos y en la competición, sumada a su innata habilidad para la escalada, la coloca muy por encima del resto de la élite mundial.

“En una competición, solo quiero mostrarle a todos lo que es posible y hasta dónde se puede llegar, tanto mental como físicamente”, dice. “Nunca se ha tratado de batir récords; ha sido mi voluntad, esa sensación de competición y adrenalina; ese momento en que alguien dice: ‘Eres la siguiente, adelante’.

“En ese momento, tienes que demostrar para qué has estado entrenando. Esa sensación es muy adictiva: estar allí, en la competición, en tu propio mundo sin escuchar a nadie. Aunque haya 10.000 personas mirando, no oyes nada. No los escuchas, no escuchas la música, solo estás tú y la pared. Eres la única escalando y se trata de resolver todo lo que tienes frente a ti. Es muy adictivo”.

Garnbret admite que los grandes eventos la han moldeado tanto como atleta como persona, dándole un nuevo propósito y permitiéndole regresar cada año a los entrenamientos de pretemporada con renovadas ganas de triunfar.

No teme reconocer que el esfuerzo de alcanzar y mantenerse en la cima puede ser agotador. Al final de cada temporada, se asegura de tomarse dos semanas completas sin escalar, incluso evitando pensar en ello.

Afortunadamente, Garnbret tiene una mentalidad de entrega total. Cuando está en la zona, todo es divertido y concentrarse le resulta natural. “Cuando me estoy divirtiendo, automáticamente estoy en la zona. No necesito obligarme a estar allí, no tengo que forzarlo. Simplemente entro en la zona cuando me estoy divirtiendo”.

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